En estos momentos nuestro mundo está de cabeza gracias a una pandemia que nos vino a sacudir para que despertáramos del sueño en el que estábamos sumergidos, viendo pasar la vida, pero sin vivirla por tener unos objetivos tan equivocados y tan sin sentido. Como humanidad estábamos necesitando este revolcón que nos está enseñando tantas cosas que habíamos olvidado y que son las realmente importantes, por eso la llamo bendita pandemia.
Muchos dirán, cómo se le ocurre llamar bendita a una situación que está acabando con miles de vidas alrededor del mundo, y lo hago porque creo que es una de esas bendiciones disfrazadas, es muy triste la muerte de personas, sí, especialmente para sus familiares y amigos, pero en su propósito de vida, por alguna razón, ellos decidieron este momento para desencarnar, tal vez porque con ella iban a dejar alguna enseñanza.
Nos dimos cuenta que nuestros valores estaban invertidos, habíamos convertido el dinero en un rey que todo lo puede y todo lo compra, hasta que llegó el momento en que teníamos dinero y no teníamos artículos para comprar, porque en esa dinámica que veníamos de no importarnos los demás con tal de nosotros estar bien, algunos acabaron hasta con el papel higiénico dejando a muchos con dinero y sin tener que comprar con él.
Veníamos siendo islas, seres individuales, egoístas, donde a muchos lo único que les importaba era lograr sus objetivos, sin importar a costa de qué o de quién, ahora esta pandemia nos mostró que nos debemos cuidar unos a otros, porque necesito que el otro esté bien para yo estar bien, a preocuparnos por el amigo, el vecino, es hermoso ver todos los gestos de solidaridad que se repiten en todo el mundo de personas preocupándose por ayudar a su prójimo.
Otro punto importante es que este virus no hace distinción, afecta por igual a niños, adultos, ancianos, no discrimina por raza, religión, clase social, nacionalidad y nos demostró que todos somos iguales, somos parte de la raza humana, aunque a veces no somos tan humanos, la verdad.
La pandemia nos paró en seco, detuvo ese ritmo acelerado en el que vivíamos para mostrarnos que estábamos dejando pasar los pequeños detalles, que en realidad son los más grandes, los que nos llenan la vida; cuántos se estaban perdiendo ese tiempo con sus niños pequeños, de disfrutar de sus risas (uno de los sonidos más hermosos), de compartir actividades con ellos, esto también aplica para la familia, como son armar un rompecabezas, colorear, jugar juegos de mesa, de tener ese contacto directo alejados de la tecnología, que dicho sea de paso ha sido de gran ayuda en estos momentos, de eso vamos a hablar en un momento; para otros puede ser la oportunidad para reencontrarse y establecer prioridades, ahora desde otro punto de vista; para decidir hacer algo que llevaba tiempo posponiendo; dedicarle tiempo a su pasión, que sé yo, cada uno encontrará en su interior lo que esto le está mostrando.
Con respecto a la tecnología, nos ha servido mucho para estar en contacto, para trabajar, estudiar, divertirnos, ejercitarnos y muchas otras cosas más, pero esta situación nos ha hecho regresar a actividades tan básicas que casi habíamos olvidado, como es el caso del trueque, a mí en lo personal me alegra ver como se hacen estas negociaciones, si tú tienes algo que necesito y a la vez yo tengo algo que necesitas, hagamos el intercambio, algo tan primitivo que nuevamente nos muestra que necesitamos los unos de los otros, nos recuerda que somos parte de un todo donde lo que hace uno afecta a los demás.
Ha puesto a prueba a muchos que tuvieron que reinventarse para sacar a flote sus negocios, tal vez haciendo artículos que se necesitan en esta contingencia, de paso brindando un servicio que es fundamental en estos momentos; a otros les dio la oportunidad para iniciar una actividad que ni siquiera habían imaginado y que hoy les proporciona un ingreso, de paso generan empleos; algunos pudieron descubrir algún talento que desconocían que tenían o que no habían querido aceptar; tal vez hay quien descubrió su verdadera vocación, etc.
De todos los efectos de esta pandemia estoy segura que la más beneficiada es la Tierra, a ella no le dio un virus, ella se libró del peor de los virus, nosotros, que día a día, año a año, década tras década hemos venido atacándola sin misericordia, maltratándola, enfermándola, despreciándola, restándole la importancia que tiene porque ella no nos necesita, pero nosotros a ella sí, sin ella nosotros no existimos. De todo corazón espero que el ver las imágenes del planeta sin contaminación, con aguas limpias, animales deambulando libremente por calles que una vez fueron su hogar, nos haga tomar consciencia de que es trabajo de todos cuidarla, no del gobierno, ni de las organizaciones ecológicas, ni de la ciudad, ni del vecino sino de todos y cada uno de los que la habitamos.
Si aprendemos la lección o las lecciones que trajo este virus, entonces vale la pena decir, bendita pandemia.
Natural Essentia