Llega el final del año 2020, uno muy particular para la humanidad porque todos, sin excepción, fuimos tocados de una u otra manera por los acontecimientos que tuvieron lugar en el transcurso de estos meses, donde la naturaleza y el medio ambiente también fueron impactados, estos últimos de forma muy positiva.
Han sido tiempos poco fáciles para muchas personas en diferentes aspectos de la vida, durante los cuales aprendimos a darle valor a las pequeñas cosas de la vida, esas que en realidad son las grandes, las importantes, acciones como respirar, oler, saborear los alimentos, abrazar, viajar, las rutinas diarias, el tener un trabajo, el poder salir a la calle cuando queríamos, el compartir con familia, seres queridos, amigos todo lo que tal vez no valorábamos hasta que llegó la pandemia y lo cambió todo.
Los hogares se volvieron oficinas y aulas de clase, nos tuvimos que organizar para afrontar esta nueva realidad, afrontar emociones y adaptarnos a nuevas circunstancias, a situaciones que nunca nos pasaron por la mente. Teníamos dinero y lo que buscábamos escaseaba, teníamos armarios llenos de ropa y zapatos, pero no pasábamos de unas cuantas prendas porque lo importante era la comodidad y ahí fue que nos dimos cuenta que tenemos tanto y necesitamos tan poco.
Fue muy bonito ver cómo, mientras la mayoría de las personas estaban encerradas, la naturaleza respiraba y por fin nuestro planeta tenía un descanso de las agresiones que día a día le infringimos. En ese tiempo tuvimos cielos despejados, libres de contaminación, ríos y mares limpios donde se podían ver los peces nadar tranquilos sin ser perturbados por botes, ruido de multitudes, ni por las basuras que destruyen su hábitat; vimos a los animales retomar los espacios de los cuales los hemos desplazado y ante nuestros ojos se reveló la verdad que muchos han ignorado, el impacto que las acciones de los seres humanos tienen sobre el medio ambiente.
Sin embargo, volvimos a salir confiados en haber entendido el mensaje y que ahora sí iba a ser diferente, y fue peor porque ahora las calles, además de la basura de siempre, están llenas de guantes y mascarillas desechables, aumentando la contaminación del suelo y de los mares.
Al finalizar el año, deberíamos reflexionar sobre este tema e incluir entre los propósitos del año nuevo acciones, así sean pequeñas, para cuidar a nuestro hogar, la Tierra, y de esta manera recibir el 2021 siendo más conscientes y mirando al futuro con optimismo.