Mantenida, es un apelativo machista, muy utilizado en nuestra cultura latina, que menosprecia la labor de las mujeres amas de casa, dando a entender que no trabajan cuando la realidad es que hacen un trabajo muy fuerte, sin remuneración monetaria ni días de descanso, pero lo más triste es escuchar a mujeres referirse a otras mujeres en estos términos.
No sé si esto puede denotar algo de envidia de parte aquellas que deben salir a trabajar en algo que tal vez no les agrada y que preferirían quedarse en casa o de aquellas que además de tener un empleo deben llegar a hacer los oficios de ama de casa.
Algunas amas de casa lo hacen por elección, porque desean estar en casa cuidando de sus hijos, otras porque el cuidado de los niños es muy costoso y prácticamente trabajan para pagarle a alguien más para que los atienda, por lo que deciden convertirse en amas de casa (algunas muy a su pesar, por lo que a veces están frustradas), otras porque no consiguen trabajo y en casos más escasos son los hombres los que asumen este roll, ya sea por vocación o porque sus mujeres tienen un mejor salario y de común acuerdo deciden que sea él quien se quede en casa con los niños.
Personalmente he estado en ambos lados, he trabajado y he sido “mantenida”, aunque nunca me he sentido así porque en verdad las amas de casa ejercemos muchos oficios, para empezar somos cocineras, pero también mucamas, lavanderas, secretarias, consejeras, enfermeras, doctoras, economistas, damas de compañía, etc. y todo esto lo hacemos con mucho amor sin recibir un solo centavo y algunas veces sin ni siquiera una palabra de agradecimiento.
Las amas de casa nos levantamos, hacemos el desayuno para la familia para que tengan fuerzas para afrontar un día de estudio o trabajo y si los hijos están pequeños llevarlos a la escuela. Luego que se van a sus actividades nos encargamos de la limpieza; lavar la ropa para que cada uno se vea bien presentado siempre; hacer llamadas, ya sea para hacer citas medicas, odontológicas para la familia o para resolver alguna situación con las compañías encargadas de brindar los servicios públicos y estar pendiente de estos pagos; revisar los especiales de los supermercados en busca de ahorros en la compra de los víveres y si es el caso recortar cupones que reduzcan los gastos para aportar a la economía del hogar.
Al llegar la tarde es tiempo de preparar la comida porque nuestros seres queridos se merecen encontrar una comida caliente después de una jornada de estudio y trabajo. Una vez que todos están en casa escuchar las historias de su día, ayudar con las tareas y compartir algo de tiempo en familia.
Nos vamos a la cama a descansar después de un día de faena, pero a la media noche escuchamos toser o escuchamos que nos llaman, inmediatamente llegamos a la habitación de donde proviene ese sonido, comprobamos los síntomas y revisamos si hay fiebre, buscamos la medicina, le damos la dosis recomendada, nos vamos a acostar, pero ya no dormimos tranquilas pendientes si llegan a necesitar algo más.
Así va pasando el año hasta que se llegan las tan anheladas “vacaciones”, pero antes se deben hacer las reservas y demás preparativos; empacar las maletas, no sin antes recordarle a cada integrante de la familia las cosas imprescindibles para el viaje; revisar que no se queda nada. Una vez en el destino hay que estar pendiente de todos, que se apliquen el bloqueador, que se vistan de forma adecuada para la actividad programada, que se hidraten y ni que decir si se optó por un lugar con cocina para ahorrar algo de dinero.
Después de todo lo anterior creo que no es justo llamar mantenida a ninguna ama de casa y que si alguien se atreve a llamarnos así, respondamos que si hacer todo lo que hacemos nos hace merecedoras a este título entonces lo llevamos con mucho orgullo.
Tal vez al decir “mantenida” se refieren a esas mujeres que ni trabajan ni son amas de casa y que se la pasan viendo televisión o en el gimnasio, en la peluquería, en eventos sociales, de compras porque a lo mejor tienen parejas que son solventes económicamente y no quiere que su mujer trabaje, o que necesitan sentir que su mujer depende de ellos o porque sufren de celosos enfermizos, cualquiera sea el caso al principio puede ser agradable y hasta divertido, pero con el pasar del tiempo estas mujeres se van aburriendo y hasta se deprimen, no le encuentran sentido a la vida, no tienen ningún aliciente porque definitivamente lo mejor que hay en la vida es acostarse cansada después de un día productivo.
Respecto a esto último recuerdo un chiste donde le preguntan a una señora acerca del matrimonio de sus hijos, donde ni su nuera ni su hija trabajaban y sus esposos le brindaban todas las comodidades, pero para ella el título de mantenida era para la nuera porque en el caso de la hija era una mujer con suerte.
En la vida todo dependen de cómo se miren las cosas o situaciones, por todo lo anterior piense dos veces antes de llamar a una mujer “mantenida”.